"Abraza tus sueños: Un viaje hacia la libertad"
Retenerse es renunciar a los propios sueños, practicar activamente su "no realización". Es parecido a permanecer al borde de un vasto océano, contemplando el horizonte, pero sin zarpar nunca.
Esta limitación autoimpuesta es como una jaula que nos construimos, un espacio cómodo pero confinado en el que nuestras aspiraciones permanecen latentes.
¿Por qué nos contenemos? Quizá por miedo. Miedo al fracaso, al rechazo, a lo desconocido. Nos instalamos en rutinas, nos refugiamos en la familiaridad y evitamos los tumultuosos mares del cambio. Pero esta seguridad encierra una paradoja: la comodidad puede ser un carcelero silencioso. Susurra: "Quédate aquí, donde es fácil. No te arriesgues a las tempestades del más allá".
Sin embargo, en el fondo, anhelamos más. Ansiamos la euforia de perseguir sueños y la emoción de las posibilidades. Nuestros corazones laten en sincronía con el ritmo del universo, instándonos a liberarnos. Así que escuchemos los susurros de nuestras almas, los ecos de nuestros deseos olvidados.
Exprésate. Pinta tus emociones en el lienzo de la existencia. Canta tu canción, escribe tu historia y baila tu verdad. El mundo necesita tu melodía única y tus matices vibrantes. No dejes que el miedo silencie tu voz; deja que se eleve como una sinfonía por los cielos.
Ámate a ti mismo. Eres una constelación de polvo de estrellas, una obra maestra cósmica. Acepta tus rarezas, tus cicatrices y tus imperfecciones. El amor no es sólo para los demás; es un elixir que debes beber a diario. Cultiva tu alma, cuida su jardín y observa cómo florece el amor en tu interior.
Respétate a ti mismo. Honra tus límites, tus valores y tu esencia. No eres un mero recipiente; eres un universo contenido en la piel y los huesos. Cuando te respetas, sientas un precedente, una invitación para que los demás hagan lo mismo.
Pero, ¿qué pasa con los objetivos? Ah, son las agujas de la brújula que apuntan hacia tierras lejanas. Los objetivos no son meros destinos; son las constelaciones que guían nuestro barco. A medida que navegamos hacia ellas, descubrimos islas inexploradas, tormentas feroces y puestas de sol impresionantes. El viaje -el aire salado, las risas, las lágrimas- es donde se desarrolla la vida.
Reflexionar. Haz una pausa en las encrucijadas. Echa la vista atrás para ver las huellas que has dejado y las tormentas que has capeado. Celebra las victorias y aprende de las derrotas. La reflexión no es un espejo retrovisor; es una recalibración de la brújula. Ajusta tus velas, recalibra tus sueños y parte de nuevo.
Inspirado en el mensaje 19 de the Happy Soul Project, Temporada 1.
Despleguemos nuestras alas, persigamos sueños y bailemos con las estrellas.
Con amor y posibilidades ilimitadas, Marco Barbi.